La casa cerró sus ojos.
Se cansó del gris que la rodea. Prefiere imaginar colores y dibujarlos en el interior de sus ojos cerrados.
Ya no hay más diversión en la gente que pasa. Ya no hay colores en ellos.
Van y vuelven y giran y se cansan. Como palomas grises sacuden alas, en ellos inexistentes. Pero la casa ya no quiere lamentar las raíces que limitan los pasos de quienes creen que pasan.
Otra mañana despertará sabiendo que abrirá los ojos. Verá si algo cambió, si la ciudad se pintó con colores nuevos. Dejará de fingir que duerme, para estar despierta, con ojos abiertos o cerrados.
Buen texto.
ResponderBorrarMe gusta la analogìa.
Un abrazo.
He leído sobre casas personificadas, que opinan sobre los que la habitan o los que están cerca. Pero es el primer texto sobre una casa que duerme o cierra los ojos, fingiendo dormir.La foto da para que inspire algo así.
ResponderBorrarEstoy convencido de que las casas tienen vida propia.
ResponderBorrarAunque estén abandonadas ellas perciben los ecos de quienes las habitaron.
Besos.