viernes

Divagues de un día en solitario


Como todo solitario que no sabe estar tan solo, espero el regreso de quien se va.
No me gusta esperar, pero espero.
Espero el fin de semana y la llegada de los lunes.
Espero la llegada de las frutillas y de los jazmines.
Espero el siguiente minuto, y fielmente, lo dejo pasar.
Esa es la regla, la ley que no debe romperse: debemos dejar que lo que esperamos se vaya, porque todo lo que vale la pena esperar debe ser libre de irse para volver.

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