martes

La herida



Hay armas inesperadas
que dejan cicatrices:
atardeceres, amaneceres,
el perfume del café,
una fotografía,
las gotas que nos salpican
al pasar apurados por un charco,
el brillo de la luna,
un jazmín demasiado blanco,
un sol demasiado amarillo...

Acariciamos la cicatriz invisible,
con dedos temerosos.
La detestamos tanto,
que morimos si se desvanece.

No te atrevas a olvidarme,
dijo la lluvia la otra tarde.

Se ve el arma y se ve la herida.
El golpe queda escondido en el aire.



9 comentarios:

  1. leer esto en este momento de mi vida es bastante particular, profético y a la vez nostálgico

    un beso marcela

    ResponderBorrar
  2. Este es un poema MAGNÍFICO.

    Mi aplauso entusiasmado.

    Besos.

    ResponderBorrar
  3. precioso...de ahí cada vez que se levanta el viento, nos golpea poniendo los pelos erizados, la piel de gallina

    besos

    ResponderBorrar
  4. Las cicatrices también puede recibir amor.

    Besos.

    ResponderBorrar
  5. Las cicatrices son el único documento de que el pasado ha pasado. Ante lo efímero del presente y lo incierto del porvenir parece ser también la única prueba de la existencia misma.

    Felices cicatrices, curadas espero.
    D.

    ResponderBorrar
  6. A veces dejamos nuestro cuerpo herido a la deriva, vacío, es cuando todo se vuelve gris.
    Con el tiempo las heridas cicatrizan, pasa, todo pasa.
    Muy buen poema.

    Un beso Marcela.;-)

    ResponderBorrar
  7. El golpe queda escondido en el aire, y la cicatriz, marcando la vida... la nostalgia y el reucerdo... lo que queda después del pasado...

    ResponderBorrar
  8. Creo que todos llevamos heridas y cicatrices, yo tengo varias cicatrices por imprudencias de chiquito, pero también llevo otras que me hice de grande nada mas que no se ven pero que cada tanto duelen.
    Besos

    ResponderBorrar