Mientras viajaba a encontrarla, mientras recorría la distancia que poco tiempo antes parecía infranqueable, él pensaba en como disfrazar las palabras. No quería mentir, pero la mirada de ella, los labios que siempre sonreían, lo obligaban (sin saberlo), a darle a sus días una importancia que él sentía que no tenían. Le hubiera gustado ser un explorador lleno de anécdotas apasionantes, un artista con premios, una mente brillante de esas que dejan su marca en el mundo. Pero era un hombre más, uno más de los que llegan a la edad en la que saben, sin dudas, que no cumplieron la mayor parte de los sueños de la adolescencia y que ya no los cumplirían.¿Cómo decir frente a alguien como ella: soy solo otro hombre más, ni más ni menos, esperando un tren...? Pero en una estación atestada de gente, sin embargo, entre todos, quizás solo yo, pensaba y se lo diría, voy a ver a la mujer de mis sueños, esa que no creía que existiera. La haría reír, o le recitaría un poema. O mejor aún, haría las dos cosas.
domingo
Un hombre en una estación
Mientras viajaba a encontrarla, mientras recorría la distancia que poco tiempo antes parecía infranqueable, él pensaba en como disfrazar las palabras. No quería mentir, pero la mirada de ella, los labios que siempre sonreían, lo obligaban (sin saberlo), a darle a sus días una importancia que él sentía que no tenían. Le hubiera gustado ser un explorador lleno de anécdotas apasionantes, un artista con premios, una mente brillante de esas que dejan su marca en el mundo. Pero era un hombre más, uno más de los que llegan a la edad en la que saben, sin dudas, que no cumplieron la mayor parte de los sueños de la adolescencia y que ya no los cumplirían.¿Cómo decir frente a alguien como ella: soy solo otro hombre más, ni más ni menos, esperando un tren...? Pero en una estación atestada de gente, sin embargo, entre todos, quizás solo yo, pensaba y se lo diría, voy a ver a la mujer de mis sueños, esa que no creía que existiera. La haría reír, o le recitaría un poema. O mejor aún, haría las dos cosas.
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Las dos cosas mucho mejor.
ResponderBorrarY con eso es más que suficiente.
Besos.
unas flores quedan también coloridas
ResponderBorrarBello texto, del amor que corre ha encontrar su correspondencia. Yo creo que no es un hombre más, es un hombre enamorado, y eso lo hace ya diferente.
ResponderBorrarAbrazo
el secreto íntimo...
ResponderBorrarbesos marcela
Un hombre enamorado es único, no es un hombre más.
ResponderBorrarBesos.
Pero era un hombre más, uno más de los que llegan a la edad en la que saben, sin dudas, que no cumplieron la mayor parte de los sueños de la adolescencia.
ResponderBorrarYo ya te lo dije que estaba seguro que para esta altura de mi vida todos ibamos a estar vestidos de plateado y viajaríamos en veloces naves.
Pero no importa
Beso
A estas alturas de la vida, como dice Lux,todos los poemas se han dicho ya, así que basta con hacer reir al otro y que el otro nos haga reir, algo que nunca debemos perder.
ResponderBorrarBesos
Hacerla reír y recitarle un poema... esa es la magia de los que van en trenes...
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarAy Marcela, Marcela. Que bien escribes. Amo tus manos.
ResponderBorrarAbrazos.