lunes

En voz baja


Yo soy, siempre soy, quieras o no quieras.

Yo estoy, siempre estaré, no importa lo que creas.

Y me despierto, a pesar de tanto que luchaste para que siguiera dormida.

Entonces veo y comprendo que es mi derecho decidir no solo que es o no pecado, sino si existe o no el pecado. Es mi derecho aprender los límites de mis dedos. Es mi derecho equivocarme para aprender la universal sabiduría del respeto. Es mi derecho decidir a quien seguiré o quien será, de desear tener uno, mi maestro.

Dejame amar a Dios... O no. Si me equivoco, en todo caso, acepto enfrentar su ira, a mi modo. No creas que es tu deber salvarme. Por favor, no me salves.

Dejame ser. Entregarme o no. Escuchar o no. Herirme y sanar.

Y es, sobre todo, mi derecho, decirte que creo que estás equivocado. Discutir lo que creo errado por más poderoso que sea quien se equivoca.

Se valiente. Mirame a los ojos. Compartamos conocimientos. Si respeto tus plumas llamativas, los libros que amas, los relatos de antiguas batallas que te dan tanto orgullo... ¿Por qué no aceptar dar un paseo, conmigo, por mis jardines, por mis estantes llenos de libros pacíficos, por la orilla de un mar que no ahoga?

Si te animas a escuchar, hay voces que hablan en voz muy baja: voces de hombres y mujeres escondidos. No creo que te animes a escucharlos, pero quizás, más adelante, en muchos años, cuando dejes de ser (entre otras cosas...) tan cobarde.

12 comentarios:

  1. Mientras te leía fui cambiando de interlocutor varias veces, incluso yo fui uno de ellos.
    Me desacomodó. Me gustó.
    Un saludo!

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  2. Muy bueno Marce! ¿Está hecho adrede con dos lecturas? Fijate, sino, queda muy interesante..
    Cariños!

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  3. Toro: De esta forma, no, mejor que no nos salven.

    Marcelo: Imaginé muchos interlocutores, de verdad. Yo pude ser alguno también!

    Sol: La idea fue hacer un monólogo interior, pensando en muchos oprimidos. No fue hecho adrede con dos lecturas... (Pero si te parece que quedó bien, digamos que si, lo hice adrede, jajaja). Me alegra que te resulte interesante.

    Un beso. Y gracias.

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  4. Imaginé varios posibles interlocutores:
    - un maestro (Dios).
    - un representante de alguna iglesia.
    - tu pareja, uno de tus padres, un amigo fundamentalista...
    - vos misma.
    Me gustó mucho. Es un clamor a que nos dejen ejercer el derecho a la libertad de decisión (en éste y en otros temas)
    Cariños

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  5. Hola!
    Me gusta mucho como está expresado..todas esas palabras han salido alguna vez de mi boca hablando con personas que siguen una religión..ese es para mi el interlocutor...quien sea que "sigue" una religión y está convencido (o no) que su verdad es la única..
    Hay que tener huevos para atreverse a cuestionar algo que da "seguridad"

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  6. Me gustó, sí, oí muchas voces, primero pensé que hablaba una madre a su hijo y después el hijo a su madre.

    Besos.

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  7. Me ha gustado y siento que es necesario que aquellos intolerantes, puedan leer y comprender que es necesario que escuchen una voz. Y no baja.

    Abrazos preciosa.

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  8. Un texto hermosísimo, de afirmación necesaria, un grito exigiendo la libertad de ser. Precioso, marcela, como suelen ser todos los tuyos. Un abrazo.

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  9. Me preocupan más los que creen que saben que los que siguen buscando y creo que la cobardía radica más en no atreverse a cuestionar la fe, la doctrina o el conocimiento impuesto que en imponérselo a terceros.

    Es que doblegar a alguien y exigirle el cumplimiento de una serie de tareas, obsesiones y ritos es más sencillo que cuestionarse y tomar los riesgos de advertir que hemos estado equivocados y que esos errores nos propiciaron equilibrio.

    Interesante lectura, acorde con estos tiempos de crisis generalizada de fe.
    D.

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  10. La eterna dialéctica del ser y dejar ser al otro como es, sin intentar cambiarlo, que es quizás la máxima expresión de amor que se puede tener. Y siempre tan difícil de conseguir.
    Tu entrada es sin embargo mucho más profunda e invita a cuestionarse muchas cosas.
    Besos

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  11. Un texto que invita a reflexionar.
    Un final espléndido.

    Saludos desde Sevilla.

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