domingo

Vencidos.


Hemos perdido. ¿Cómo sucedió? No lo sabemos, pero sí conocemos, no solo la derrota a la que fuimos sometidos, sino también los dolorosos castigos que se aproximan.
Intentando escapar buscamos las últimas excusas. Los vencedores no las aceptan. Buscamos entonces un vestido que nos disfrace como ellos, intentando pasar desapercibidos. En realidad, por fuera, somos parecidos. Nos repetimos esa verdad frente al espejo, maquillamos la derrota con una buena sombra para ojos y nos calzamos los tacos más altos.
Fingimos, dentro de lo posible, ser los otros. Pero la verdad asoma cuando más necesitamos que no nos vean. En sí, todo se reduce a eso, a que no nos vean.
De repente estamos rodeados. Ellos, que deben ocultar, en favor de su propia ideología vencedora la alegría de habernos vencido, aparentan ser felices de vernos. Dicen elegantes frases de bienvenida, fingen sorprenderse (gratamente, dicen) de que hayamos llegado, nos señalan, anunciándole a los otros nuestra presencia...
Nosotros, los solitarios, los huraños, los tímidos, subyugados entonces por la obligación de ser sociales, nos sentamos en un rincón, aclaramos que ni en pedo vamos a leer en voz alta, no, un poema corto tampoco, no, no hace falta que me presentes a nadie, estoy bien así, seguí con lo tuyo, andá tranquila, no tengo idea de quien es José, hola Pedro, que tal María, hola Ernesto, mucho gusto, sí, soy un poco tímida, bueno, está bien, soy muy tímida, no, no necesito ir al psicólogo por eso, estoy bien así, gracias, hasta luego...
E intentamos sobrevivir una reunión social más, para regresar casi indemnes a nuestra oscura torre.

19 comentarios:

  1. Excelente, me sentí muy identificada...
    besos!

    ResponderBorrar
  2. Qué maravilla… más caretas que en carnaval… parece que en estos nuevos tiempos ni reconocemos qué hay detrás de las caras ni nos queda claro qué significa haber vencido.
    Que al menos no nos sintamos derrotados,
    D.

    ResponderBorrar
  3. De tanto lidiar con las sombras, yo mismo me convierto en una sombra.¿ Como sucedio?, no tengo ni idea, no hay forma de saber ser.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  4. Marcela!
    Genial, no se me hubiera ocurrido escribir sobre ese padecer que muchas veces debo aguantarme.
    Soy cero social cuando la reunión supera la cantidad de personas que conozco y a las cuales no puedo abordar cara a cara, debiendo ser ágil en temas y conversaciones que no me interesan.
    Admiro a quienes se manejan como pez en el agua en esos lugares, pero yo siempre quiero volver a mi torre, que no es oscura, pero que me da una inmensa paz.
    Besos

    MAGAH

    ResponderBorrar
  5. Los que tenemos mucho mundo interior y somos algo tímidos comprendemos perfectamente lo que se siente ante una reunión multitudinaria, con mucha gente con la que no compartimos nada y donde se supone que tenemos que ser simpáticos o locuaces o divertidos. Al final nos ganará la educación y aguanteremos el tirón, pero nos iremos a casa, aliviados eso sí, con la sensación de haber perdido miserablemente el tiempo.
    Un saludo.

    ResponderBorrar
  6. Qué maravillosa descripción de la timidez !!

    Afortunadamente siempre hay alguna otra revista o alguna televisión encendida, bajo las que escudarse, en todas esas reuniones en las que parece hablarse de lo más nimio e insignificante...

    Voy aprendiendo que la clave está en disfrutar lo que se pueda y dar mi imagen por perdida.

    Gracias por compartir y un abrazo.

    ResponderBorrar
  7. Hay veces que una reunión es eso exactamente una suma de sensaciones desagradables y encima hay que estar actuando.
    No solo se circunscribe en la timidéz es mas que eso es que muchas veces uno no encaja.

    Te mando un beso

    ResponderBorrar
  8. No es que yo tenga mucha vida social como la que describes, pero puedo entender perfectamente como te sientes. No en vano todos tenemos que ponernos máscaras de vez en cuando.
    Besos.

    ResponderBorrar
  9. Esa etapa ya la superé.
    Ahora no me reúno ni conmigo mismo.
    No soporto una reunión social.
    Ni una navidad familiar.
    No soporto ni mirarme en el espejo.

    Me parece que no voy a echar mucho de menos toda esta farsa cuando muera.

    Besos.

    ResponderBorrar
  10. Fantástico, muy buen relato, digo relato porque eso es aún dentro de su esencia crítica, de su análisis social y su profundidad filosófica.
    Es que tiene muy buen desarrollo, un comienzo, un final elaborado.
    Un gusto haber pasado por aquí.

    ResponderBorrar
  11. Quién no ha de sentirse identificada! En esa situación, o en cualquier otra. Muy bueno!!

    ResponderBorrar
  12. Muy bueno...a todos nos pasa...pudiste llegar.

    ResponderBorrar
  13. No recuerdo haberte dado permiso para describirme. Siempre digo que mi cuento "El té" es ficción, que no, que eso no me pasó a mí.

    Besos.

    ResponderBorrar
  14. En una reunión social yo soy el que más se parece a un florero. O a una lámpara de pie.
    O a ese sillón que medra a un costado del salón.
    Pero cuidado. La lámpara, el florero y el sillón tienen ojos. Atentos y llenos de memoria.
    ¡Lindo tema para un cuento esta reunión en donde todos hablan de todos mientras todos hablan de todos! Y me vuelvo a mi casa si, pero con la venganza o el placer en la punta de la lapicera.

    Muy bueno.

    ResponderBorrar
  15. Descarnado, pero real. A mí me da paz hablar solo con un amigo por vez; ante él no tengo que "mostrarme".

    ResponderBorrar