miércoles
Cadenas
"¿Quién soy?"
Alcanzó ella a preguntar, cuando las cadenas frías la acariciaron como una lengua metálica y lúdica.
¿Quién soy?
Dentro de este universo delimitado por la extensión de los eslabones que restringen el movimiento, y que lo liberan con engañosos cálculos.
"Sé quién desees, sujeto al tiempo, al espacio, a las reglas del juego", dijo la metálica lengua.
Nos hemos sumergido una vez más, en ese juego de atarnos a nosotros mismos.
"Tu sabor no es menos real que lo que saboreamos en los sueños y el sabor de los sueños no es menos real que el tuyo. Si te vas no podría seguirte, sin embargo, no te vas", dijo ella.
Atada comprendió que los eslabones de la cadena estaban entreabiertos, y lo sabía, como se saben instintivamente todas las cosas realmente importantes.
Pero se aferró a sus cadenas.
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me parece que de eso es lo que se trata la libertad, un beso
ResponderBorrarsonoio: sí, a mí también me parece eso. Beso.
ResponderBorrarHay cadenas que nos liberan!
ResponderBorrarBesos,
el aferrarse es eleccion, la elección es la expresion maxima de la libertad a mi entender...
ResponderBorrarbesos....... de mas esta decir q la foto a Lilya LE ENCANTO!! verdad? jeje
que mayor libertad , que estar atada cuando,donde y hasta cuando uno mismo quiere, a quien se quiere.
ResponderBorrarNecesitamos estar atadados a algo porque de lo contrario estaríamos perdidos, navegaríamos sin rumbo, solo que algunas veces, cuando nos cansamos, nos desatamos pero acabamos atados a otra cosa.
ResponderBorrarUn beso
Es cierto, si no se está atada a algo no se camina. Pero, para algunos, lo terrible es no poder tener ese lazo con alguien por enormes dificultades personales que no son pasajeras
ResponderBorrarHola Marcela. Bello escrito el que presentas y qué de cierto lo que dices. La seguridad de las cadenas es generalmente lo que más atrapa a un sentimiento.
ResponderBorrarCadenas con eslabones abiertos, sueños libres que se encadenan porque a la sombra se sienten seguros.
Me gustó tu blog, podría seguir viniendo? prometo rebaja en penitencias y dos absoluciones garantizadas.
Bendiciones en oferta
Eso es una dulce escalvitud, cuando estamos atados por decisión propia.
ResponderBorrarBesos
Hola Marcela !!!
ResponderBorrarRecien me levanto y leyendo tus relatos revivo algunas pesadillas, por un momento pense que seguia dormido, LAS CADENAS ! que tema este !, coincido con vos y con los amigos comentaristas. Es una gran verdad esto de las cadenas, y somos nosotros los que nos sujetamos los grilletes y nos encerramos en las mazmorras de la vida conyugal o de pareja o a veces de un noviazgo interminable y destructivo.Un amigo con sabiduria de barrio me dijo: " tené cuidado que " eso " produce acostumbramiento, llega un momento en que cuesta mas separarse que seguir viviendo juntos ". Besos
vae
Oh no, no, no a las ataduras...no al masoquismo, pero a veces, se cae. La necesidad de no perder a ese ser amado, o a tantas cosas. Pero lo cierto es que el relato refleja una realidad.
ResponderBorrarBesotes preciosa.
Gracias por dejar una esperanza en mi blog! me gusto mucho esta ultima entrada ^^ te sio
ResponderBorrarPerdón que haga esto y ocupe tanto espacio, pero es lo que me devolció tu maravilloso texto. Un beso grande.:-)
ResponderBorrar"Cuanto más pensaba la Princesa en la idea de dejar al Príncipe, más poderosa era la fuerza que le empujaba hacia él. Sin embargo, sabía que, sintiera amor o no, si le seguía dando tanto poder se vería de nuevo en una cárcel presa de un dolor insoportable."
La Princesa que creía en los cuentos de hadas.
Marcia Grad
Gracias a todos por sus comentarios.
ResponderBorrarY Adrianina, podés ocupar el espacio que desees. Es un placer leer tus comentarios. El texto, muy adecuado.
Besos para todos.
Comencé a leer "La princesa que creía en los cuentos de hadas". Es una tarea que realizo lentamente, como el andar de un carromato. Con el sopor de quien ha dormido poco (¡quién diría!).
ResponderBorrarEntonces, a destapar.