Todas las mañanas, la esperaba en la estación del tren. Ella no lo tomaba siempre en el mismo horario. A veces uno antes, o uno después.
El se levantaba un poco antes, para estar a tiempo para verla llegar. Era un invierno frío y los guantes color violeta que ella usaba aferraban muchas carpetas. Debía ir a la facultad. A veces, con un equilibrio envidiable, buscaba en su bolso negro un fibrón color rosa flúo y subrayaba en los apuntes lo que a él le parecían largos resúmenes interminables.
El intentaba ponerse cerca, leer lo que ella leía, intentar de algún modo entrar en ese universo que admiraba en silencio. ¿Quién era ella? ¿Por qué siempre parecía tan seria, con los auriculares en sus oídos, a veces cabeceando música para él silenciosa?
Semanas y semanas observándola. ¿Jamás conocería el sonido de su voz? ¿Cómo era posible? Si estaban a unos pasos de distancia... Un abismo los separaba, un universo, muros y caminos sin señales. El bajaba primero, e imaginaba el resto del viaje de ella. Ella bajaría del tren y se internaría en calles que él no vería, interactuaría con gente que él no conocería, sentiría sabores, perfumes, que a él le estaban prohibidos, simplemente porque su timidez le impedía dar un salto.
Una mañana se animó. Escribió su número de teléfono en un papel cuadriculado que arrancó de la carpeta de matemática. Era hora de darle un buen uso, pensó. Se acercó y por primera vez, ella lo miró. Tenía dieciocho años. El tenía quince. Ella sonrió, sorprendida. El dijo: "sos hermosa" y le dió el papel. Ella agradeció y se sonrojó. Hablaron un momento. Ella estudiaba Ciencias de la Comunicación. El estaba en tercer año del Nacional de Adrogué. Ella perdió el número de teléfono ese mismo día. El la siguió observando un tiempo más y después, la olvidó.
- El Nacional de Adrogué, viví a media cuadra de ahí 18 años, mi casa todavía está y aí todavía estan viviendo mi perra, mi marido y mis hijos, a media cuadra, y bueno lo que sigue es otra historia, una triste historia. Ade
ResponderBorrarMe agarraste de nuevo. Entre ese día y los días que él la observó después se percibe un mundo terrible. Genial, saludos y abrazos.
ResponderBorrarAmores jóvenes, amores fáciles de olvidar, pero que siempre quedan ahí.
ResponderBorrarBonita historia.
Besos
gracias chiqui!
ResponderBorrar¿y él la olvidó así nomás?
buen año che de parte mía y de los dos puntitos!
Ade: Es un lindo barrio. Ojalá que la historia triste se vuelva linda a medida que pasa el tiempo. Besos grandes.
ResponderBorrarVerde: A veces esas historias que para otros son pequeñas o tontas, ocupan toda la vida del que las vive.
Muchas gracias. Besos.
Oscar: sí, de algún modo permanecen con nosotros, aunque se vayan de nuestra memoria. Besos.
ResponderBorrarDiego: quien sabe... Gracias por los saludos. Besos para los dos puntitos (para los que no entiendan, miren el blog de Diego, me morí de la risa) Besos.
La primera vez que te enamoras nunca se olvida ¿por qué será?
ResponderBorrarUn besito y que tengas un lindo lunes
Carmen: Supongo que esos amores, a diferencia de los otros, los que deben chocar con la realidad cumplen con todas nuestras expectativas.
ResponderBorrarBesos. Buena semana para vos.
Nooooooooooo plis!! Hacé un nuevo post y contame que la volvió a ver!!
ResponderBorrarDale que para historias tristes te puedo dar letra como para hacer una enciclopedia.
Eso no quiere decir que lo hayas escrito en forma estupenda.
Besos
PD: Vos lo leiste a Jenofonte?
Lo siento. No la volvió a ver, Lux (o ella no se enteró al menos)
ResponderBorrarSí, leí la Anábasis de Jenofonte, pero en realidad, el nombre Anábasis de mi blog se lo robé a una historia de Alejandro Magno (lector de la anábasis de Jenofonte, por ejemplo). Me gustó mucho esa palabra griega y lo de "viaje al interior" de su supongo que simplista traducción. Tiene varios significados, creo y la mayoría no debo comprenderlos totalmente, pero no se lo cuentes a nadie que me hago la culta por acá. :)
Besos.
Marcela:
ResponderBorrarImpecable relato,envidiable narrativa !!!
Trasladando el barrio y la estacion muy cerca,aca nomas en Claypole viví tu relato en cada cada frase, sólo qu fuí mas lejos todavía...la chica no existia en la realidad...
Besotes
vae
Vae: En tus sueños, esa chica debe haber sido muy real. Hay días (no todos) en los que creo que los sueños tienen tanto peso como la realidad más cruda. Besos y gracias por tus palabras.
ResponderBorraruh.
ResponderBorrarQue bonito empezaba...
Y al final el olvido. Que cachetada hasta la tierra.
Mejor asi. No es bueno terminar siempre con la novelita rosa.
Es bello, pero que triste no?
Ahora me vino otra vision; La de la belleza fugaz que se observa. la que nunca se tendrá pero se disfruta un segundo. En una persona o en cualquier cosa tambien.
ResponderBorrarEso a veces te rescata.
Pablo: es una edad muy normal para los amores fugaces, para esos finales tristes, para llorar escribiendo en las páginas de un diario...
ResponderBorrarY sí, que eso nos rescata.
Besos y gracias.
A mi se me hace que ellos volveràn a encontrarse. Y ella, estoy segura, ya no verá a un jovencito menor que ella, sino que lo encontrará maduro y atractivo. Sí, creo que se van a encontrar. Sólo hay que esperar.
ResponderBorrarBeso a tus relatos.
Seguramente, Graciela. Esos tres años en esa edad son mucho. Un tiempo más tarde es un suspiro de tiempo, sin importancia. Besos a tus comentarios.
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