martes

Fantasma de martes por la mañana.


El fantasma extendió la mano, con un gesto de conciliadora confianza.
Desde el espejo, pareció sonreír. No debíamos sentir temor. ¡Eramos tan parecidos!

Cuando yo lloro, el fantasma también.
Cuando hago muecas, buscando sorprenderlo, el otro se adelanta a mi mueca y la hace también.

No hay reproches. No hay venganzas ni rencores.

¿Por qué escapar a los fantasmas cuando no están persiguiéndonos?

¿Por qué huir cuándo sabremos que los extrañaremos si se van?

Al fin y al cabo, no hay mejor amigo que los propios fantasmas.

(pintura: Marso, "La couture")

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