miércoles

El caballero y el dragón


¡Que perfecta que era su princesa!

Ninguna sonreía como ella.

Ninguna era tan hermosa.

Es verdad que apenas la había visto unos minutos, antes de partir a cumplir con la promesa que le había hecho: convertirse en el perfecto caballero que debía ser para ser digno de su amor, pero él supo que no podía vivir sin ella. Aunque ella no le había hablado. Con timidez había desviado su mirada mientras él le juraba matar al dragón.

El caballero llegó hasta la cueva en donde la bestia se encontraba y sacó su poderosa espada. La visión del dragón le paralizó la respiración: era gigante y su piel parecía brillar en las tinieblas de la cueva.

Pero entonces, cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, vio que el dragón sonreía. Como si supiera lo que pasaría. Como si sintiera pena por él.

La voz del dragón lo sorprendió. Era grave y pausada. Como la voz de alguien muy sabio.

- Antes de entrar a enfrentarme... - dijo el dragón con calma - Quiero que pienses que nadie envía a quien ama a enfrentar su muerte... Y que si tenés que matarme para creerte digno, no lo sos y aunque me mataras, no lo serías, porque quien es digno no necesita gestos para demostrarlo.
Voy a contarte un secreto: la princesa ama al hijo de un campesino. El le escribe cartas en hojas arrancadas de un cuaderno y ella dibuja corazones con sus nombres entrelazados en su diario. El no necesita pararse frente a mi con su ridícula espadita, porque sabe que es digno del amor de su princesa y es por eso que ella lo ama. - Los enormes ojos amarillos miraron fijo al pálido hombre.

El caballero salió cabizbajo de la caverna. Arrojó al suelo su espada y volvió con su antigua novia.

(pintura: "White guardian", Ciruelo)

13 comentarios:

  1. Una vez escribi algo sobre esto en un blog. Es mas que cierto lo que decis.
    Y esta muy bien dicho por cierto.
    Me gusto mucho.

    ResponderBorrar
  2. Gracias, Pablo. El amor cortés me fascina... espero que se note. Beso.

    ResponderBorrar
  3. Qué bonito, me gusta como escribes, me apuntaré tu blog para no olvidarme y pasar por aquí de vez en cuando.
    Saludos!!!

    ResponderBorrar
  4. Muchas gracias, Oscar. Pasá cuando quieras, siempre está abierto. Beso.

    ResponderBorrar
  5. Llego de casualidad a este blog, viniendo de otro, y no me arrepiento haber llegado hasta aquí.

    ResponderBorrar
  6. ¡Gracias loslibros! Me alegro mucho. Saludos.

    ResponderBorrar
  7. estas princesillas nos meten en cada lío....

    ResponderBorrar
  8. Ivanov: Los meteremos en líos, pero bien que nos extrañarían... :) Beso.

    ResponderBorrar
  9. - Muy lindo Mar, hay tantas formas destintas que utiliza el amor para hacernos saber que está llegando. Bsos. Ade

    ResponderBorrar
  10. Y para confundirnos, sin dudas. Gracias, Ade. Beso.

    ResponderBorrar
  11. Muy bueno; un relato que contiene filosofía y derriba mitos.

    ResponderBorrar
  12. El texto es elocuente a un punto que me deja sin palabras. Tu contundencia siempre me deslumbra. Sin embargo, mi querida amiga, lo que más me gusta de este post, es el dibujo de Ciruelo. ese "White Guardian" es además, el regalo de un amigo, una ilustración que ilumina mi habitación con la luz de la amistad, ya que yo, como el protagonista de esta historia, no conozco el amor de una mujer.

    Regreso al mundo blog tras un tiempo de abulia y pensamientos infructuosos. Veo que me queda mucho por leer.

    ResponderBorrar
  13. Silvio: me alegra que hayas vuelto. Todos tenemos nuestros tiempos de abulia y pensamientos infructuosos... Es un ciclo natural...
    Sí, es una hermosa ilustración. Vi una muestra de Ciruelo hace años, y es sorprendente. Los grabados en las piedras me dejaron sin palabras. Un beso.

    ResponderBorrar