Sé que te enredaste en mi vida.
Nuestros días se tejieron, se trenzaron, se anudaron, de forma tal que es imposible desatarlos.
Y eso no quiere decir que no te vayas o que yo no me vaya.
Simplemente, ambos sabemos, que estamos enredados y que volver no depende de nosotros. Es nuestro destino.
Vimos amanecer y atardecer.
De la mano o sin mirarnos,
caminamos fingiendo indiferencia.
Tantas veces decidí que el final era inevitable.
Y siempre recordé que odio esa palabra.
Nuestro amor está más allá de la lógica,
como todos los amores, en realidad.
El amor no entiende de límites u horizontes.
El amor le pertenece al viento,
siempre parece estar huyendo
pero se queda...
Lisandro Aristimuño. "Tu nombre y el mío"
Uf, ¿se queda? sí, claro que se queda bajo tantas formas diferentes el amor. Pero "ese" amor, el que nos enredó, puede quedarse en un rincón envuelto en espinas, y se queda sí, mientras querríamos que una ráfaga lo arrojara al océano.
ResponderBorrarUn saludo, Mar.
Annabel: Pero se queda... Beso.
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