Supe que habían escapado de nuevo cuando escuché sus voces detrás de mí.
El asesino: Ahí está, otra vez... con el chiste ese del blog.
El héroe: Yo no le hablo más... Hablale vos. Todos saben que sos su favorito.
Aparté la vista de la pantalla y los busqué con la mirada, hasta encontrarlos. Se escondían detrás de la puerta, asomándose disimuladamente como chicos jugando a las escondidas.
Yo : No tengo favoritos. Vuelvan a la historia. Prometo que mañana intento escribir algo.
El héroe empujó al asesino fuera del escondite. Sin embargo, somo siempre, habló él.
El héroe: No queremos molestar... ¡pero estamos aburridos! Lo último que hice fue enterarme que este es el asesino, emborracharme, peleamos, me dio un cuchillazo, me operaron, me volví a emborrachar y...
Yo, interrumpiéndolo: Ese capítulo va a ser revisado.
El asesino: Por suerte... Es ridículo que yo no pueda matar a este idiota... - suspira aliviado.
El héroe, mirándolo de frente evidentemente molesto : Hasta un chico sabe que al final de la novela yo te mato... -
El asesino: Claro que no. Esta es la típica historia realista con un final triste que busca hacer reflexionar a la sociedad... - me mira - Decile, decile, no lo mantengamos engañado... -
El héroe, señalándome con un dedo: ¿Ustedes planearon algo que yo no sé?
Yo, previendo la aburrida discusión, que ya había oído mil veces, negando con la cabeza: Claro que no... Apenas tengo una idea del final...
El asesino: Te conocemos... No crees en los finales felices. - me miró con una piedad que me sorprendió.
El héroe, molesto: Por lo que yo sé, no cree en los finales... ¡Nunca termina una historia!
Yo: Voy a terminar esta... creo... pero para hacerlo, ustedes tienen que estar listos... preparados para la acción... ¿Qué voy a escribir si ustedes se escapan dos por tres?
El héroe: Estoy tentado a no volver... a escaparme definitivamente, como hizo el protagonista de tu película favorita de Woody Allen... El de "La rosa púrpura del Cairo"
El asesino: El personaje no se escapa definitivamente... Vuelve al final, ¿te acordás? Y su película favorita de Woody Allen es Septiembre - me sonríe, como queriendo demostrar que me conoce más que el otro.
Yo: No discutan más... Vuelvan a la historia. Esperenme ahí.
Pero el héroe buscaba roña.
El héroe: - ¿Y si te ayudo a concentrarte?
Cruzó corriendo el comedor, sujetó las llaves que colgaban en la cerradura, y con rapidez les sacó el llavero.
Yo, gritando: ¡No! ¡Lolo no!
Lolo me miró desesperado. O todo lo desesperado que puede. Es estoico y valiente y no quiso mostrar temor. El asesino se cubrió los ojos sacudiendo la cabeza. El héroe mantuvo en alto a su rehén.
El héroe: Sentate a escribir. O Lolo muere.
Yo, furiosa: Si borro la historia completa, vos dejas de existir.
El héroe, con un destello de lucidez que sorprendió al asesino y a mí también: Existo dentro de tu cabeza, no en un documento de word.
El asesino, riendo: ¡Esta vez te tiene!
Yo, mirándolos a los dos con el ceño fruncido, (una expresión que nunca asustó a nadie y que por supuesto no asusta a los personajes en rebelión) : Devuelvanme a Lolo.
El héroe: ¿Que se puede esperar de una mujer de 35 años con un llavero con nombre? - lo arrojó por el aire. Lo alcancé antes de que cayera al suelo.
Yo: Todos los llaveros deberían tener nombre. Así podemos llamarlos cuando se nos pierden las llaves.
El héroe, burlándose: Jaja, que buen chiste. Esta vez la sacaste barata, porque no tengo ganas de pelear. Escribí, o la próxima va en serio.
El asesino me guiñó un ojo, mientras convencía al héroe de que volvieran a la historia.
Yo consolé a Lolo, que aún temblaba del susto, y volví a escribir en el blog.
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