Cuando nos encontramos solos, realmente solos (lo que sucede poco en las ciudades, claro) podemos jugar a que somos los últimos habitantes del mundo.
No importa cuán terrible sea: nadie va a vivir el fin del mundo. En una de esas paradojas tan bonitas que se dan, cada uno vivirá su propia muerte, no la del mundo.
Así que es factible que alguien sea el último, y quizás tenga un ratito para disfrutar del planeta para él solo.
Yo forzaría la cerradura de una librería y me quedaría leyendo, esperando...
Y primero quizás forzaría la cerradura de una chocolatería...
Jaja, yo entro a la chocolatería con vos!!!
ResponderBorrarA comernos todo... total se acaba el mundo!!! ;)
Besosss. Que disfrutes de un muy feliz finde!
Yo,de una terca ingenuidad,forzaria la cerradura de algún corazón, para ver a puertas abiertas la verdad.
ResponderBorrarBesos.
Esa fantasía la tenemos todos: subirse a cualquier auto abandonado, entrar al supermercado...Leíste o viste Soy leyenda?
ResponderBorrarTodos pensamos en ese momento, qué haríamos qué huella dejaríamos. Pavada de destino! Algo deberíamos dejar, no solo tomar cerveza gratis. Además, seguro que hay alguna especie mutante queriéndonos liquidar. Perdoná, me fui de mambo...pero el trema es muy bueno.
Un beso
reflexionando un poco sobre esto
ResponderBorrarcreo que lo primero que haría
sería emborracharme de tal manera
que al tercer día resucitaría,
con terrible resaca
lo que me obligaría a quedarme en cama al menos otro día mirando el techo,
pensando que voy a hacer con tanto mundo alrededor
besos
Totalmente de acuerdo, yo soy de las que la sociedad me encontraría inútil, mirando los árboles sin canzarme, ver cuando aparece el primer brote de hoja o de flor, escuchar conversar a los pájaros y ver que todos tienen algo que decir, menos mal que quedamos algunos, yo me voy contigo a los chocolates, un abrazo paty.
ResponderBorrarCreo que mi ego, sin razón de ser, habría muerto...
ResponderBorrarMi yo, también moriría, ya que elevado involuntariamente un escalón evolutivo, echaría en falta a aquel que entonces ocupa su lugar: el prójimo.
Un abrazo.
Qué dulzura la del final! Adhiero a ambas posibilidades. Muy bueno!
ResponderBorrarUn beso.
Me sumo a lo de la chocolatería, como algunos de los que han comentado. Ya no estaríamos solos y el trago así, con el chocolate y entre amigos, ya no sería tan amargo.
ResponderBorrarUn beso
"Mi yo, también moriría... entonces ocupa su lugar el prójimo".
ResponderBorrarSe trata del otro que aparece en ausencia. ¿Qué es necesario para que tenga lugar en presencia?
Asocio, sin pretender coherencia, con el tiempo (y los tiempos). El otro que es presente en tanto que es pasado y es ausente cuando está presente.
Yo forzaría al momento… para no ser el último.
ResponderBorrarD.
"¿Qué es necesario para que tenga lugar en presencia?"
ResponderBorrarEsta pregunta, ahora, se contesta a sí misma.
Un saludo.
No lo había pensado, pero me gustó. Debe ser lindo ser el último, al menos un ratito.
ResponderBorrarBesos.
Yo haría un asado en el obelisco y despues ma agarraria una tranca terrible y si sobrevivo no se me iria a dar una vuelta obviamente llorando
ResponderBorrarOh me encantò y el último párrafo, me parece un delicioso juego elegido. Y chistoso, ahorita ando escribiendo una brevedad sobre los chocolates.
ResponderBorrarBesos linda.
¿Chocolates y libros? Yo agregaría un hogar a leña y un café. Si te va, esperamos juntos el fin del mundo...
ResponderBorrarMuy simpática tu entrada, me gustó.
Un beso.