El misterio del cielo abarcado en una ventana,
una ventana pequeña como los ojos del hielo.
Hay una oscura soledad del otro lado,
en ese mundo que extraña no tener ventanas.
Yo no sé si podré ser la misma,
después del diluvio inevitable,
que quedará encerrado
en el mismo marco que nos encierra.
Foto: Doralisa
Lo curioso es que sí hay luz de ese otro lado, pero vemos esas vidas como parte de un todo que incluye también la amenaza de tormenta. De igual modo, en una de esas casitas alguien mira por la ventana en dirección a nuestro poblado, lo distingue bajo un cielo oscuro y asegura que acá, donde estamos conversando, no hay nadie.
ResponderBorrarUn beso grande,
D.
La realidad es subjetiva. Depende de la ventana donde estamos situados.
ResponderBorrarBello trabajo, amiga.
Un abrazo.
Después de los diluvios no podemos ser los mismos.
ResponderBorrarNos mojan para siempre.
Besos.
a lo sumo...mojados
ResponderBorrarMuy interesante la pregunta, Marcela. Hay cosas de las que no se vuelve el mismo y eso es crecer también y maravilla.
ResponderBorrarUn abrazo.
Creo que no, que no se puede ser el mismo después del diluvio. Ni tampoco desde otra ventana.
ResponderBorrarBesos.
Y yo que pienso tanto en las ventanas.
ResponderBorrarQué profundo lo que escribiste.
Ni el agua será la misma, ira mutando entre la madera y el encierro...
ResponderBorrarInteresante sus letras, y MUY BUENA la foto
Cariños!