Al oír el sonido del primer timbre todos debían quedarse inmóviles en el lugar, sin importar lo molesta que fuera la situación en la que los encontrara. Se decía que este primer timbre y el tiempo que se mantenían quietos servía para reflexionar. Uno debía mirar sus manos, esas manos que de algún modo no habían hecho lo correcto y observar si estaban manchadas con tierra, pintura o chocolate, o si aún mantenían en ellas el perfume de alguien más. Analizar las manos durante ese instante marcado por el sonido del timbre, era una buena forma de comprender como se perdía el tiempo en vez de hacer lo ordenado. Hacer algo erróneo, decían, implicaba que lo que correcto no era hecho, transformando un pecado en dos.
Luego venía el segundo timbre, agudo, invasivo. Al oírlo, se debía correr hacia el lugar en el que se debía estar: la fila. Como un tercer timbre marcaría el momento en el que se verificaría la posición correcta de cada uno, no había tiempo que perder: todos se chocaban, caían al piso y se ponían de pie, desesperados por llegar, sangrando, tosiendo, secando lágrimas. Lo importante ahora era aparentar no haber salido de la fila, olvidar que se había vislumbrado en las manos sucias una realidad en la que los timbres no regían la vida.
Unos pocos creían que algún día sonaría un cuarto timbre, que los liberaría.
Unos pocos creían que algún día sonaría un cuarto timbre, que los liberaría.
nunca llegó. El cuarto timbre era el teléfono para llamar a los padres
ResponderBorrarexcelente
ResponderBorrarsabés acabo de ver persépolis
y como que vino al pelo tu post
beso
Impresionante. Yo también espero ese cuarto timbre, que los saque de la pesadilla.
ResponderBorrarBesos.
Que fuerte!!!
ResponderBorrarTratados como presos.
Que estamos haciendo?
Besos.
Impactante el texto. Con un final que me ha gustado mucho.
ResponderBorrarLa libertad muy bien narrada.
Abrazo
Antes al inicio de clases la directora se presentaba y decía "Veo algunas caras conocidas y otras que vamos a ir conociendonos". Ahora se cambió todo eso por un "Veo algunas caras conocidas y a las otrs las vamos a ir comparando coon los identikits que nos manda la policía cada semana".
ResponderBorrarOtro ladrillo en la pared.
ResponderBorrarEs mas o menos eso.
Por lo menos, ahora no los hacen arrodillar sobre maìz!!
Un abrazo.
Gracias por tus palabras, voy por el cuarto timbre, aunque preferiría que no hubieran timbres. Un abrazo.
ResponderBorrarLas paredes que generan algunas instituciones, como bien dijo el Gaucho aquí arriba.
ResponderBorrar¿Será cuestión de aguardar?
Hablando de esperas en la Nubosidad Variable.
Ay mujer de detalles tan mínimos que los hace grande. De timbres escribes. Yo no tocaré nada. Mejor te leo. Qué linda reflexión.
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