La sibila escribió en hojas de roble sus augurios.
Y los entregó al viento para que llegaran en el orden que los dioses deseaban a quienes esperaban conocer su suerte.
Era la mejor forma de que los presagios fueran realmente precisos. Dejar que el azar hiciera su tarea.
¿Para qué desear ver el futuro si no le creemos al viento?
Mira que si es el viento...
ResponderBorrarEstaré atento.
Besos.
Por eso yo no deseo ver el futuro. Pero no le temo a él sino al viento.
ResponderBorrarCierto.
ResponderBorrarÚltimamente cicleo con el viento.
Besos.