Cuando navegamos, abrazaremos las olas
para que no se resistan a nuestros brazos.
Si la espuma se ahoga, tendremos que salvarla,
atarla a nuestro bote y llevarla hasta la orilla.
Salvaremos sirenas
y gotas extraviadas
y gaviotas que no distingan
el mar del cielo.
Y antes de desembarcar recordaremos liberarlos,
a las olas, a la espuma, a las sirenas, a las gaviotas,
para que vuelvan al mar,
porque nosotros ansiábamos salvarlos,
pero ellos no estaban perdidos.
Es curiosa nuestra vocación de dar libertad a quien no padece su falta, e ignorar la desgracia de quien nos grita auxilio. Algo de eso debe haber en nuestras dificultades de entender lo que es la libertad y llevar la paz donde parece que nunca la habrá.
ResponderBorrarUn beso,
D.
Qué linda imágen, una que jamás se me habría ocurrido, creer que algo tan inmenso como el mar puede estar perdido es una hermosa metáfora acerca del hombre, su fe, su orgullo... bueno yo por lo menos lo veo así, jeje. Abrazoos!!
ResponderBorrarHay que salvar a quien lo pida.
ResponderBorrarY dejar vivir en paz.
Besos.
Buen día hermosa me gustó mucho este post y también la foto, no sabés lo que daría por estar ahi.
ResponderBorrarBesos
Descubrir entonces que los perdidos y los que andan extraviados somos nosotros... y no digo más porque ya todo está dicho... y queda mucho por decir...
ResponderBorrarMuchas veces quisimos salvar a seres que se resistían, jaja, en serio. Así aprendimos a esperar, porque las cosas tienen su tiempo.
ResponderBorrarHermoso poema.
Saludos.
Muchas Gracias Total
Encierra tanta esperanza.
ResponderBorrarCaray preciosa, qué hermoso escribes.