domingo

Cupido


- ¡Hasta que no la convenzas de amarme, no voy a soltarte! - gritó el hombre.
Cupido corrió por todo el departamento, buscando una ventana o una puerta abierta, cualquier espacio que le permitiera escapar de ese loco que lo había secuestrado, pero fue inútil: empujó con una alita un jarrón, que se destrozó contra el piso, se enredó con los cables de la computadora (que desde hacía meses el hombre juraba acomodar mejor bajo el escritorio), y finalmente cayó sobre la alfombra llena de pelos de gato. Por suerte consiguió esquivar al dueño de los pelos, que lanzó un maullido y casi lo rasguña.
Agotado de discutir las miles de razones por las cuáles con su milenario conocimiento sabía que ella no le convenía, decidió darle el gusto al hombre, que volvió a señalar a su amada, en la ventana del tercer piso del edificio de la vereda de enfrente.
De mal humor, Cupido apuntó su arco y la flecha partió rauda hasta el corazón de la mujer que, inmediatamente, alzó la vista y por primera vez vio a su vecino.
- Gracias - dijo el hombre sonriente, saludando tímido a través de la ventana y dejando salir al malhumorado dios, que aleteó discretamente entre los edificios de la ciudad.
- No es nada. Intento ser el hijo de la diosa del amor, pero ustedes, tercos humanos, insisten en que actúe como el hijo del dios de la guerra.
El hombre se encogió de hombros:
- Después de muchos amores viene la guerra, ya lo sé, pero pago ese precio, sin dudarlo ni un instante. Es más, no sé si esos amores guerreros no son los mejores - se inclinó hacia adelante, mientras ella se asomaba a su ventana.
- ¡Como me voy a reír cuando vengas llorando a buscarme! - se burló Cupido.- Y limpiá esa alfombra, por favor, sino este romance no va a durar nada. Ella odia a los gatos.
El felino, aludido, abrió enormes los ojos.
- No importa, va a aprender a amar a michimuz, ¿no, michimuz, que vamos a ser felices los tres?
Cupido suspiró.
- Nos vemos pronto. Me parece que antes de lo que pensaba.
- Disfrutaré el tiempo antes de la guerra. Ahora, andá a volar. Cuidado con los cables
Con gestos, el hombre y la mujer se pusieron de acuerdo en encontrarse en la vereda. Cupido los miraba desde la terraza. Las personas parecían disfrutar de esos amores contrariados. Y para que negarlo, a él le encantaba armar esas parejas que, inevitablemente, terminaban honrando su herencia guerrera.

11 comentarios:

  1. Poco puede hacer Cupido cuando se le reclama amor estando ya uno obsesionado. Cumpla o no el hijo de Venus y Marte, el desencanto entre la realidad y el ser idealizado, tarde o temprano será inevitable.

    Ingenioso relato para ir terminando el día de San Valentín,
    D.

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  2. No hacemos caso de los Dioses.
    Así nos va.
    De aquí un tiempo el hombre se acordará.

    Besos.

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  3. Gracias, Daniel: Me pregunto cuantos recuerdan al momento de enamorarse, que Cupido es hijo de Venus, pero también de Marte! Yo creo que el "angelito" disfruta de estas guerras cotidianas.

    Toro: Seguro que el hombre va a recordarlo. Y probablemente vuelva a actuar igual, obligando al dios a ayudarlo con un nuevo romance.

    Gracias y besos.

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  4. Marcela, no sé si ya leíste tu cuento. Te repito que está publicado en mi blog. Besos.

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  5. Excelente relato, me ha impactado. Una historia distinta con un buen final.

    Abrazo

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  6. todo empieza con una flecha y termina a los flechazos!!
    JEJEJE
    pero así es esta cosita loca llamada amor

    un beso marcela

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  7. Esteban: gracias por el cuento. Un beso.

    José: Muchas gracias.

    Ariel: Hay que esquivarlas... a las segundas flechas, al menos!

    Besos.

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  8. Tal vez no haya que pedirle nada a los dioses.

    Debemos suponer que ellos ya nos están mirando, y que nuestra súplica es irrelevante en los planes divinos. Es posible que nos convenga entender y disfrutar lo que nos fue dado, y no traer a nuestro hogar con pelos de gato a una mina que querrá lanzar al michifuz por la ventana. ¿No?

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  9. Estoy de acuerdo, F Guerra. Pero creo que la súplica es inevitable. Irrelevante e inútil, pero inevitable. Más si uno cree estar enamorado. Pero tenés toda la razón del mundo.

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  10. Me gustó mucho Marcela, es asi pero bueno es parte del encanto.
    A mi me encanta estar enamorado

    Besos

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  11. Genial! Me encantó.
    Tiene todo...la ternura de un cuento para niños y la moraleja para nuestras duras cabezas!

    Abrazos enormes.

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