martes
El vestido rojo
Se vistió de rojo, porque el rojo la representaba y porque era hermoso. Rojo fuego, rojo sangre, y el rojo de esa rosa que le habían regalado una vez.
Salió a la calle, y todos estaban vestidos de azul.
Nadie la miró de mal modo, sin embargo. Cualquiera de las dos posibilidades para esa actitud, era espantosa: la ignoraban, porque se veía diferente, o ni siquiera la veían, debajo de su rojo disfraz.
Caminó en silencio, cabizbaja, avergonzada por su vestido. ¿Qué pensarían de ella, con ese color horrible, todos los demás, vestidos con el bello azul?
Seguro la consideraban un monstruo. Un ser malvado, o idiota, que nadie podría amar.
Regresó a su casa y lloró, sobre el rojo vestido.
Y se vistió de azul.
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Qué triste es sentirse rechazado y tener que actuar como los demás quieren que actúes.
ResponderBorrarPreciosas tus palabras.
Estás citada en mi blog. Gracias por colaborar conmigo. :)
ResponderBorrarEn cuanto a tu escrito en esta entrada... creo que todos acabamos "pasando por el aro" como decimos por aquí (y no sé si por allí).
Un abrazo.
No está mal ponerse el vestido azul cuando uno va a los lugares en donde todos se visten así; el tema está en que nadie puede abandonar el traje de su piel y más de uno lo tiene rojo.
ResponderBorrarBesos
Oscar: Exacto. "Sentirse" rechazado. Porque en la actitud de quienes rodeaban a la mujer de rojo, no había rechazo. Ella lo sintió así y consideró necesario cambiar. Beso.
ResponderBorrarAnnabel: Gracias por citarme. Es un gusto colaborar. No había oído la frase "pasar por el aro" pero adivino lo que significa. Todos nos amoldamos de alguna manera. Beso.
ResponderBorrarMagdalena: Personalmente, me gusta (y es inevitable) "disfrazarse" para salir a la calle con los disfraces de moda. Pero es verdad, la piel no podemos dejarla en casa. Beso.
ResponderBorrarPienso que cada persona tiene que ser ella misma y así los que la quieran lo harán por como es y no por lo que aparenta o por el disfraz que lleva.
ResponderBorrarBesos y que tengas una linda semana
Varias cosas, Marcela, en torno a tu relato
ResponderBorrar1) Recuerdo en "La Lista de Schindler" la niña con el vestido rojo, que caminaba entre las pilas de muertos de Cracovia.
2) Vengo de cubrir el recital de los Cadillacs, y me vinieron a la mente varias frases: "¿Cómo se te ocurre que algunos son elegidos, y otros son para el descarte?, ¡ambiciones de poder! y "Discriminar, eso no está nada bien, ante los ojos de Dios, somos todos iguales". Creo que son canciones muy fuertes, disfrazadas de festivas (o mejor dicho, confundidas como tales)
3) Como siempre tu sensibilidad permite reflejar a través de tus relatos cuestiones sociales de mucha profundidad, con un mensaje corrosivo que como personas de letras, no deberíamos dejar de transmitir.
4) El Rojo es PASIÓN... ¡ya levantaremos canejo!
Carmen: La sociedad, sin dudas, nos condiciona. Quizá el ideal sería, ser nosotros mismos y no perder la posibilidad de adaptarnos a nuestro entorno... Gracias y buena semana.
ResponderBorrarSilvio:
ResponderBorrar¿Sabías que tus comentarios elevan mi ego hasta las nubes, por lo menos?
Recuerdo la escena del sacón rojo(gran película La Lista de Schindler). El rojo es un color con mucho simbolismo y quebrando el blanco y negro impacta aún más.
En serio, muchas gracias por tus comentarios.
Un beso grande.
Es una gran suerte para nosotros, poder recurrir a los colores como medio inmediato para expresar aquello que requiere fuerza y contundencia.
ResponderBorrarHola Marcela!
ResponderBorrarUn relato muy jugoso que puede tener varias lecturas. Me salta a la mente el dicho popular, "aunque la mona se vista de seda, mona se queda". Y el disfraz, a la larga, termina estorbándonos... y volvemos a nuestro color habitual.
Saludos!
Angel: ¡Claro! Pintar usando palabras es una gran suerte... Besos.
ResponderBorrarClaudia: Ningún disfraz se puede llevar demasiado tiempo. Nos lo quitamos o lo cambiamos por otro que nos quede mejor en ese momento... Beso.
Si todos vistieran de azul, yo me visto de ROJO !!!
ResponderBorrarBesos. me gusto.
vae
¡Bien, Vae! Yo no estoy tan segura de reaccionar así... Al contrario, tiendo a intentar pasar desapercibida, a esconderme entre todos. Gracias. Un beso.
ResponderBorrarMmmm... A veces ni siquiera me siento de este mundo, tal vez hallan otros tipos de humano pero que no sea de este globo terráqueo o la cuadrícula o del carril o del sistema... bueno un saludo y un abrazo.
ResponderBorrarA veces se siente que todos los demás son un grupo homogéneo del que uno quedó excluido. Basta un segundo vistazo para observar que todos aquellos rojos en realidad van de azul.
ResponderBorrarOhhh porque tuvo que seguir la corriente....sí, la entiendo, no es fácil asumir. Hace mil años vestía frecuentemente de rojo. Ahora es el azul, ja! pero te diré que uso tenis rojos, jijiji.
ResponderBorrarBesos
Daniel: me pasa seguido, de creer que todos están unificados en un mismo gusto, o moda... Y la tentación de amoldarse, a veces es irresistible, porque de otro modo, nos sentimos extraños.
ResponderBorrarBesos
Clarice: En el colegio religioso en el que hice la secundaria, usábamos un uniforme azul. Las Hermanas no permitían ni accesorios de otro color. A los quince años yo era taaaaan rebelde que tejí una bufanda azul y le puse flecos rojos. Bueno, está bien, no era nada rebelde, pero esa tontería, me hizo sentir bien. Hoy, leyendo tu comentario, recordé mi bufanda rebelde :)
ResponderBorrarBesos!.
Marcela, me ocurre lo contrario; la sensación de extrañeza me sienta cómoda, genera exploración sobre los demás y a veces de los demás por uno. Puede generar confrontación, pero nutre. Lo incómodo es la presión por amoldarse a lo que a uno no le apetece. Rechazar la oferta muchas veces incluye rechazar ser integrado a un núcleo social donde todos visten de rojo y uno, azul, no lo comparte pero lo tolera.
ResponderBorrarEscribí esto pensando en eso que decís, justamente, Daniel: ¿qué nos nutre más, adaptarnos, disfrazarnos, o como bien decís, rechazar la oferta? Adaptarnos al entorno es una capacidad que admiro mucho, pero ¿cuánto se pierde? Quizá hay un término medio, un aprender del entorno y un mantener nuestro rojo o nuestro azul...
ResponderBorrarY ahora que me lo hacés notar, definitivamente, la presión por amoldarse es mucho más incómoda que la de sentirse extraños.
Interesante metáfora deja este texto, siempre nos hacés pensar Marcela.
ResponderBorrarPero no, definitivamente actuó muy mal la mujer del vestido rojo. Ojalá algún día pierda sus miedos y pueda lucirlo nuevamente.
Un beso grande.:-)
Ojalá Adrianina, ojalá.
ResponderBorrarBesos.