sábado
Laberinto
Como una broma a su destino, había pensado dormir, hasta el final. Obviamente, le fue imposible conciliar ni un minuto de sueño. En cambio, ansioso caminó por la casa en penumbras. Se vio a sí mismo como un león enjaulado, chocando los barrotes con la insistencia de quien pierde el aliento.
Imaginó el futuro, intentando ver todas las variantes posibles de las consecuencias de su decisión de la mañana. En algunas el final no estaba tan cerca.
Delineó movidas, jugadas, escapes, como un ajedrecista calculando las piezas que podía arriesgar o hasta perder en favor de un sorpresivo jaque futuro.
Sus sentidos parecían agudizarse. Oía los ruidos de la calle con mayor claridad que nunca. Veía los colores vibrando en la penumbra de la casa, y todo parecía más sabroso en su paladar de hombre muerto.
Dos veces se preparó para salir a la calle e intentar una vergonzosa huida. Las dos veces lo detuvo la vergüenza.
Una frase le latía en la memoria, un verso de un poema: "... es de hierro tu destino, como tu juez". Sabía que lo había leído, u oído en algún lado. Nunca había sido un lector fervoroso, al contrario, estaba seguro de no haber leído nunca un libro completo. ¿De dónde salía entonces ese verso en su memoria? ¿Quién lo había escrito? ¿Por qué lo recordaba?
"...es de hierro tu destino, como tu juez"
Miró a través de la ventana, la calle dolorosamente solitaria. Todos saben que se muere a solas. La vereda cubierta de hojas secas lo hizo extrañar la primavera, pero supo que de ver flores afuera de su casa, extrañaría el otoño, porque lo que lamentaba no era lo que no tenía en ese momento, sino lo que ya no tendría nunca más...
"...es de hierro tu destino, como tu juez" , repitió obsecivamente.
El disparo lo hizo caer, pero no estaba muerto. Se dijo a sí mismo que no estaba muerto y sintió deseos de reír. Se puso de pie, dio dos pasos, tropezó con una silla y cayó de nuevo, llevándose la mano hacia la herida. Se arrastró hacia un costado, casi por instinto, sin pensar en escapar. Siguió arrastrándose, para saberse vivo, para sentir el dolor que le recordaba que estaba vivo. Pensó en un laberinto, en el que pudiera esconderse. Un laberinto en el que nadie, ni amigos, ni enemigos, pudieran encontrarlo.
Y entonces, recordó el poema completo.
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Laberinto
ResponderBorrarNo habrá nunca una puerta. Estás adentro
Y el alcázar abarca el universo
Y no tiene ni anverso ni reverso
Ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
Que tercamente se bifurca en otro,
Tendrá fin. Es de hierro tu destino.
Como tu juez. No aguardes la embestida
Del toro que es un hombre y cuya extraña
Forma plural da horror a la maraña
De interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
En el negro crepúsculo la fiera.
Jorge Luis Borges
¡Ohhhhhh! Impresionante.
ResponderBorrarMuy pero muy bueno!, Mirá a mi me gusta mucho como escribís pero este es el mejor post que te le leido acabás de hacer una descripción tan pero tan perfecta de los útimos momentos, que hasta emocionan.
ResponderBorrarQue profundo todo y sobre todo eso que "toos saben que se muere a solas" perfecto.
Besos para vos y una caricia al gato.
"Pensó en un laberinto, en el que pudiera esconderse"
ResponderBorrar¿No será que la muerte es la salida del laberinto? Me gustaría que sí, un juego largo lleno de sorpresas. Para los ansiosos y los inseguros debe ser horrible que la vida sea un laberinto, les deseo que la muerte no tenga esquinas.
Me gustó por o intenso y profundo, y me llegó mucho este pasaje...
ResponderBorrar" porque lo que lamentaba no era lo que no tenía en ese momento, sino lo que ya no tendría nunca más..."
Genial. En cada texto te vas superando Marcela.
¡Besos!
Es recurrente en Borges la nostalgia por lo que no se tiene, que como sabemos, es la una nostalgia decente. Muy bueno tu laberinto dentro del laberinto; tu rosa dentro de esa rosa que soñaba Patón y que nostalgiamos nosotros. Besos
ResponderBorrarMariela: muchas gracias.
ResponderBorrarLux: Gracias. Es que se muere a solas, es curioso, pero es así.
Besos.
Pau: La muerte podría facilmente ser un laberinto. A dónde nos lleva o como es el centro de ese laberinto... quien sabe.
ResponderBorrarAdrianina: Uno puede extrañar las estaciones, las vacaciones o a alguien que está lejos, pero debe ser terrible el estar seguro de que no se lo recobrará, nunca.
Magdalena: Una vez más tomo prestado algo del genial Borges. Creo que cada poema, cada idea de él podría ser inspiración para varios cuentos (ninguno le haría honor, claro)
Besos para todos.
La verdad que muy interesante tu blog
ResponderBorrarya soy un nuevo seguidor
espero que sigas el mio
saludos
Simplemente MARAVILLOSO.
ResponderBorrarUn besito reina y te deseo un precioso martes
Capitán buscapina: Muchas gracias. Después paso por tu blog.
ResponderBorrarCarmen: Gracias. Buen martes y semana para vos.
Besos.
Precioso poema y muy buen relato.
ResponderBorrarUn placer leerte. ^^ Besotes.
Gracias Annabel. Un beso. (Y de nuevo, felicitaciones por el premio)
ResponderBorrarLento en el alba un joven que han gastado
ResponderBorrarla larga reflexión y las avaras
vigilias considera ensimismado
los insomnes braseros y alquitaras.
Sabe que el oro, ese Proteo, acecha
bajo cualquier azar, como el destino;
sabe que está en el polvo del camino,
en el arco, en el brazo y en la flecha.
En su oscura visión de un ser secreto
que se oculta en el astro y en el lodo,
late aquel otro sueño de que todo
es agua, que vio Tales de Mileto.
Otra visión habrá; la de un eterno
Dios cuya ubicua faz es cada cosa,
que explicará el geométrico Spinoza
en un libro más arduo que el Averno…
En los vastos confines orientales
del azul palidecen los planetas,
el alquimista piensa en las secretas
leyes que unen planetas y metales.
Y mientras cree tocar enardecido
el oro aquel que matará la Muerte,
Dios, que sabe de alquimia, lo convierte
en polvo, en nadie, en nada y en olvido.El Alquimista - Jorge Luis Borges
Hermoso poema, Silvio.
ResponderBorrarGracias.
Beso.
La intención era hacer hincapíe en la última parte resaltada con negrita relacionándola con tu texto...
ResponderBorrarNo funcionó :(
Silvio, soy rubia natural (o sea, tonta:). Sí, noté lo resaltado. Pero todo el poema me pareció adecuado, por eso no dije nada. Solito ahí se entendía.
ResponderBorrarNo sos tonta
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarLa muerte es un laberinto.....quizas el laberinto que es la vida lleno de sorpresas termine en el mismo sitio..
ResponderBorrarUn abrazo
No me imaginé el final que escribiste. Bien linda.
ResponderBorrarAbrazos.