lunes

Útiles explicaciones innecesarias.


 ¿Por qué me fui?

Bueno, se murieron razones para escribir. Si no recuerdo mal, yo misma morí un par de veces. Pero renací. Me tropecé, caí, me levanté. Doblé mal en una esquina. Perdí la brújula, perdí el mapa y las instrucciones para seguir viviendo. Me quedé sentada mirando a las estrellas. Ví constelaciones. Ví ángeles, o quizá eran aves nocturnas. Y todo era hermoso a su modo, a pesar de todo. Después salió el sol. Y éramos muchos perdiendo brújulas y mapas. Y éramos muchos renaciendo. Todos estábamos descubriendo que no hay esquinas incorrectas. Vivir es un constante tropezar, y los errores en realidad son pasos correctos, hacia lo que debe suceder. 

Y eso me trajo de regreso. 


martes

Nostalgia

 Nunca me gustó facebook. Alguna vez usé con cierto interés twitter, pero la verdad es que nunca fue mi barrio predilecto. ¿Instagram? Podría haberlo sido, de no ser que las palabras son un complemento de una imagen, nada más. Y lo lindo es jugar con las palabras. 
Mi lugar fue este. Sí disfruté los blogs. Leer y comentar. Escribir y oír opiniones. Responder y dialogar. Cada tanto lo recuerdo con nostalgia. Me pregunto si alguien anda por acá, si merodean fantasmas extrañando el poder explayarse. 
    

sábado

No se vuelve

No se si es posible irse realmente de algún lado, de modo que volver es imposible. ¿Cómo irse de un todo indivisible que es el sueño que nos rodea? ¿Cómo volver al sueño del que no podemos salir?

Le pongo a todo filosofía. No una seria y respetable: una filosofía mal peinada y rebelde. Entonces, vuelvo a escribir y me corrijo: no, no vuelvo; no dejé de escribir. (La verdad es que siento culpa, porque escribir me salva la vida, y dejo de hacerlo porque no encuentro el tiempo, o el lugar). No me fui, no dejé de escribir, me digo, porque es imposible. Y porque sé que se escribe el sueño que vivimos día a día. Se escribe todo el tiempo.

viernes

Mujer y espejo





Ella se ve reflejada en el espejo y no se reconoce. Reconoce los rasgos, pálidos, desdibujados, pero no le dicen nada, no la representan. Quizá, ni siquiera existan.
Piensa: "No somos esclavos de nada, ni de nosotros mismos. No seré esclava de un reflejo". Es valiente, como para aceptar que el espejo y ella, enfrentados, son una sola cosa: el universo entero, mirándose.





Imagen: Christoffer Wilhelm Eckersberg - “Mujer desnuda peinándose frente al espejo” (1841, óleo sobre lienzo, 33 x 26 cm, Colección Hirschprung, Copenhague.

martes

IV

Ya no quiero ver manos vacías,
sin espacio para sujetar otras manos.
¿Dónde estás, si no estás con tu alma?
Cuerpos llenos de nada,
se ríen de su propio espíritu.
Lo niegan y niegan el canto del gallo.
Niegan el sol y a la lluvia
y a todo lo que brille.
Todo lo sensible es negado.
Existen los ladrillos, porque son duros
Existe lo que no siente.
Y las manos vacías se cierran.
Así golpean.


II

Me lleva de la mano una luna,
llena de proyectos absurdos.
No me hace feliz,
sólo me lleva de la mano.
No espero nada de ella,
Tal vez que sangre
en mi nombre.
Intensas gotas de hielo,
brillante sangre de luna.
Derramándose sobre heridas
que no cierran.

jueves

Normalidad

Te piden que vuelvas a la normalidad. Que aceptes lo roto, para estar nuevamente entero. Que aceptes lo perdido, para encontrarte. Y a todos esos consejos tan bienintencionados, se dice que si, porque es más fácil decir que sí, y porque tienen razón.
¿Pero cómo se hace?
El tiempo no cura nada, sólo fabrica cicatrices, con una habilidad sublime, es verdad, pero la cicatriz está ahí, para ser acariciada. Nunca creí que algo que deja cicatriz pueda curarse.
Porque se curan las enfermedades, pero no el dolor. El dolor no es una enfermedad.
La verdad es que me gusta saber que curar ciertos dolores es más cruel que aceptarlos.